Jardín de Flores Visitandino


“Las manos de las visitandinas solamente se ocupan en juntar, al pie de la Cruz, las pequeñas virtudes de humildad, amabilidad y simplicidad, que crecen allí y que están salpicadas por la sangre de su Amado”.

(San Francisco de Sales)

 “Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía;

Fuente cerrada, fuente sellada.

Tus renuevos son paraíso de granados, con frutos suaves,

de flores de alheña y nardos;

nardo y azafrán, caña aromática y canela,

con todos los árboles de incienso;

mirra y áloes, con todas las principales especias aromáticas.

(Cantar de los Cantares 4, 12 – 14)

 

            La Visitación es huerto cerrado, jardín escondido que solo por la Gloria de Dios, ha sido abierto por su mismo Hortelano para dejar apreciar algunas de las bellas flores y aromas que este tiene. No podemos recoger todas las flores de este jardín precioso que son nuestras hermanas que nos han precedido  durante estos cuatrocientos años de historia; de las cuales las más conocidas son las vidas de Santa Margarita María Alacoque y de nuestras 7 hermanas Beatas Mártires Españolas ; en este capítulo hemos tratado de escoger un pequeño ramillete,  resumen de su  vida ejemplar y que nos hacen conocer lo que nuestra Santa Orden a sido en la Iglesia de Jesucristo, y lo que nosotras debemos ser en todos los tiempos.

 

Primeras compañeras de Santa Juana de Chantal

             Algún tiempo antes de la fundación de la Visitación, aparecen al lado de la Fundadora las futuras cooperadoras de la Obra.

 


Venerable Juana Carlota Brechard
                        La Sierva de Dios, Madre Juana Carlota, fue la  segunda compañera de Santa Juana  de Chantal en la fundación de la Orden de la Visitación de Santa María. Nació  en Vellerot (Cote-d'Or), 1580.
             Juana Carlota de Brechard, señorita distinguida según el mundo, pero crucificada a el por muchas circunstancias que causan compasión. Privada de su madre desde la cuna, casi abandonada de su padre, inficionado por la herejía, nadie había tenido cuidado de instruirla en la religión. Pero contemplando el Crucifijo empezó a iniciarse en la ciencia del amor y del sufrimiento.  Solicitó su entrada en el Carmelo, pero por su fragilidad corporal, esto sólo sirvió para convencerla de la insuficiencia de sus fuerzas.
             San Francisco de Sales en 1610 le propuso "seguir la misma suerte de la señora de Chantal"; con lo que ella sintió una felicidad que sobrepasaba sus esperanzas y con alegría celestial, el domingo siguiente hizo voto de castidad.
            En la vida religiosa  Dios la llevó a través del sufrimiento que ella humildemente recibió de la mano de nuestro Señor. Ardía en la práctica de la caridad, celo por la salvación de las almas. Murió en Riom (Francia) en olor de santidad. Su cuerpo permaneció incorrupto durante muchos años exhalando suave perfume. A través de su intercesión, ha habido varios milagros y muchas gracias. El proceso de beatificación, iniciado poco después de su muerte, fue interrumpido para dejar paso a la causa de nuestra Santa Fundadora.

 Pensamientos de la Sierva de Dios:
 "Lancémonos  con todas nuestras preocupaciones en los brazos de la Divina Providencia, ya que gobierna con suavidad a los que le invocan."

"No se comparen a nadie. Que cada uno siga su propio camino. Y tú sigue la  voluntad de Dios. "

"Los vientos y las tormentas pasan, pero Dios y sus obras permanecen para siempre."

 María Jacobina Favre
            Hija del Presidente del Senado de Saboya. Jacobina oyó el llamamiento Divino en medio de un baile y prometió en seguida a Nuestro Señor no unirse más que a Él y entrar en religión. Entró, en efecto, y su generosidad en el servicio divino fue notable. Este fervor no se desmintió jamás durante los 27 años de su vida religiosa.
            A la iniciativa de esta eminente religiosa debe el Instituto el tesoro de doctrina encerrado en el libro de las "RESPUESTAS DE NUESTRA SANTA MADRE". Después de su muerte, Santa Juana Francisca escribió de ella: "Era un alma sin propia elección, que dependía absolutamente de la divina Providencia y de sus Superiores". El voto de no detener jamás su pensamiento, voluntariamente, más que en Dios, en las cosas de Dios, de su deber y de la caridad la condujo muy adentro en la unión divina.

 Ana Jacobina Coste
           Al pequeño grupo de las tres Fundadoras de la Visitación, Dios quiso añadir la figura humilde y sencilla de Ana Jacobina Coste, la primera hermana externa. Ana Jacobina había conocido a San Francisco de Sales cuando éste fue a Ginebra a sostener una disputa con los ministros calvinistas. Para recibir la sabia dirección del Obispo, fijó su residencia en Annecy. Un día ella le rogó que la hiciese servir a las religiosas que él iba a fundar. Muy sorprendido le preguntó quién le había revelado ese secreto, nadie, respondió ella, pero digo sencillamente lo que pienso. Esta alma fervorosa; favorecida con el don de lágrimas delante del Santísimo Sacramento sirvió muy bien a Dios en la persona de las primeras Madres y hermanas de la Visitación, según afirman las antiguas memorias.

 Madre Francisca Magdalena de Chaugy
 
            Era de una noble familia de Borgoña, y en el mundo se la conocía por la Señorita Chaugy. San Francisco de Sales, que había comido con ella un día en casa del Mariscal de Saint-Géran, había adivinado su espíritu y su corazón. Al llegar a los postres, tomó una manzana y se la dio a la señorita de Chaugy, diciendo sonriente: "Sé muy bien que a las jóvenes les gusta verse obsequiadas". Después añadió: "Un día seréis de las nuestras"; predicción que durante muchos años no parecía deberse cumplir. Dotada de excelentes cualidades, de gracioso rostro, de una imaginación brillante, de un talento vivo y lleno de fuego, y poseyendo en alto grado el arte de hablar y escribir, la señorita de Chaugy, estaba a un tiempo deslumbrada y embriagada con la felicidad que el mundo le preparaba.
            Pasaron los años, el Sr. de Chaugy (su padre) murió, y en pocos días aquel cielo tan sereno se cubrió de nubes. Para consolarse en sus tristezas, y también para no estar con su madre, con quien no congeniaba, la señorita de Chaugy obtuvo permiso, para entrar por algún tiempo en el Monasterio de la Visitación de Paray. La Madre Chantal comprendió, al primer golpe de vista, las profundas e inconsolables amarguras, que esta joven devoraba en el fondo de su corazón, y le propuso ir con ella a la Visitación de Annecy. En su interior, no obstante, tenía horror a los conventos, y estaba firmemente resuelta a no ser nunca religiosa. Ella misma nos cuenta la violencia que tuvo que hacerse, para pasar el umbral del Monasterio de Annecy. Invocó a San José a fin de ocultar su turbación, y renovó en el fondo de su alma, el propósito de no estar mucho tiempo en el monasterio. Las hermanas, por su parte, apenas la vieron, cuando enamoradas de su talento empezaron a dirigir a Dios fervorosas oraciones, para alcanzar una conquista tan preciosa. La Madre de Chatel, sobre todo, a quien más que a ninguna otra entusiasmaron las relevantes prendas de la señorita de Chaugy, porque se le parecía en muchas cosas, deseaba ardientemente que se hiciera religiosa. Mientras ella oía sin cesar en su interior esta pregunta: "¿Qué vale más el mundo o el claustro?".  Pregunta importuna que no podía acallar, y a la que no quería responder. Hallándose en esta disposición de ánimo, fue un predicador al convento para hacer el panegírico de San Pedro y de San Pablo. Al alabar su obediencia, apostrofó vivamente a esas almas mercenarias que no se dan, que se hacen comprar, digámoslo así, y que se atreven a establecer una odiosa comparación entre Dios y el mundo. Este fue el golpe de gracia. La señorita de Chaugy, herida en el corazón y deshecha en llanto, fue a arrojarse a los pies de la Madre de Chantal, y le declaró que la lucha había terminado y que se daba por vencida. Tomó el velo en el mes de mayo de 1629, siete años después de la muerte de San Francisco de Sales, recibiendo los nombres de Francisca Magdalena y profesó al año siguiente. Poco después la eligió la Madre de Chantal por secretaria y ya no se separó de la Santa. La acompañaba en sus viajes y escribía bajo su dictado. Con el tiempo la joven secretaria comprendió el fin a que Dios la destinaba, que no era otro, que el de transmitir a la posteridad la relación de tantos hechos encantadores o heroicos, y tomó la pluma.
            Llena entonces de presentimientos sobre su próximo fin, la Santa Fundadora recogía con mucho cuidado todo lo que se relacionaba con los principios de la Visitación. y asoció a su trabajo a la hermana Chaugy. Unas veces le dictaba horas enteras, y otras le refería los hechos y le encargaba de que los redactase. Por encargo de Santa Juana empezó a escribir también todos los actos de virtud de varias hermanas de la comunidad que nuestra Santa Madre revisaba, pero cuando se hablaba de ella en estos escritos los borraba sin compasión, por lo que la hermana de Chaugy empezó a hacerlo a escondidas empezando a perder la visión. Alarmada la Madre de Chantal, consultó con un médico muy célebre, el cual declaró que, si no se le daba por completo descanso, la enferma no curaría y quedaría enteramente ciega. La Santa tenía una necesidad absoluta de su secretaria. "Hija mía -le dijo una noche- conozco que el médico tiene razón, pero yo no puedo pasarme sin vuestra ayuda. ¿Queréis unir vuestras oraciones a las mías, para que sean más eficaces? Dicho esto, hizo la señal de la cruz sobre los ojos de la enferma y la mandó que se acostase. Cuando empezaba a dormirse, se le apareció San Francisco de Sales, vestido de pontifical y radiante gloria. “Hija mía -le dijo- Dios me envía para curaros, en atención a los servicios que espera de vos, y que prestaréis a nuestro Instituto”. Dichas estas palabras desapareció, y la hermana de Chaugy se despertó con la vista perfectamente sana. Toda la Comunidad fue al coro, con la Madre de Chantal a la cabeza, y las hermanas entonaron el hermoso cántico consagrado por la Iglesia para dar gracias a Dios.
           La Visitación no debe olvidar nunca lo que debe a esta venerada Madre por todo el trabajo, esfuerzo y sufrimiento que tuvo que pasar por la causa de canonización de nuestro Santo Padre Francisco de Sales (Junto con su hermano El Padre Chaugy procurador de la Causa , el cual por más de 18 años prestó un servicio permanente ). Algún tiempo antes de dejar su cargo en Annecy donde había estado de Superiora, había recibido  de Francisco Favre, el fiel ayuda de cámara de San Francisco, una cajita de sangre ya seca, que había tenido la buena idea de conservar cuando sangraban a su amo en la enfermedad ; “y (escribe la Madre de Chaugy) no bien hube tenido entre mis manos este pequeño y gran tesoro, cuando me sentí impulsada a compartirlo con todas las casas del Instituto”, uniéndolo con un poco de materia pulverizada que se encontró en el sepulcro del Santo mezclándolo con el bálsamo con que fue ungido su santo cuerpo cuando lo depositaron el la sepultura. La obra estaba terminada.

 Santa Margarita María de Alacoque
 
 
             Nació el 22 de Julio de 1647 en la pequeña aldea de Lautecour, perteneciente al territorio de Verosvres, pequeña ciudad cercana a Paray- le- Monial. Recibió el bautismo el 25 de Julio. Era la menor de 5 hermanos.
            Luego de fallecer su padre fue internada en el pensionado de las Religiosas Clarisas. Desde entonces empezó a vivir una vida de sufrimiento que supo encausar hacia el Amor de Dios: “Sufriendo entiendo mejor a Aquél que ha sufrido por nosotros”, decía.
            Tuvo una enfermedad que la inmovilizó y de la que se curó milagrosamente por intercesión de la Virgen María: “La Santísima Virgen tuvo siempre grandísimo cuidado de mí; yo recurría a Ella en todas mis necesidades y me salvaba de grandísimos peligros...”
            El 20 de junio de 1671 entró al convento del Monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial.
              En la festividad de San Juan evangelista de 1673, Hna.  Margarita María, que tenía 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes.
              En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó: “He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.”
            Las extraordinarias visiones con que fue favorecida le causaron al principio incomprensiones y juicios negativos hasta cuando, por disposición Divina, fue puesta bajo la dirección espiritual del Jesuita San Claudio de la Colombiere. En el último periodo de su vida, elegida Maestra de Novicias, tuvo el consuelo de ver difundida la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y los mismos opositores de un tiempo se convirtieron en fervorosos propagandistas. Murió a los 43 años de edad, el 17 de octubre de 1690.
 
Historia del Detente o Escudo del Sagrado Corazón de Jesús


 

             Santa Margarita María de Alacoque —como atestigua su carta, escrita el día 2 de Marzo de 1686, dirigida a su Superiora, la Madre Saumaise— trascribe un deseo que le fuera revelado por Nuestro Señor: “que desea encargue una lámina con la imagen de ese Sagrado Corazón, a fin de que los que quieran tributarle particular veneración, puedan tener imágenes en sus casas, y otras pequeñas para llevar consigo”. Nacía así la costumbre de portar estos pequeños Escudos.
            Esta santa devota del Detente lo llevaba siempre consigo e invitaba a sus novicias a hacer lo mismo. Ella confeccionó muchas de estas imágenes y decía que su uso era muy agradable al Sagrado Corazón.
            La autorización para tal práctica al comienzo fue concedida solamente a los conventos de la Visitación. Después, fue más difundida por la Venerable Ana Magdalena Rémuzat (1696-1730). A esta religiosa, también de la Orden de la Visitación, fallecida en olor de santidad, Nuestro Señor le hizo saber anticipadamente el daño que causaría una grave epidemia en la ciudad francesa de Marsella, en 1720, así como el maravilloso auxilio que los marselleses recibirían con la devoción a su Sagrado Corazón. La Madre Rémuzat hizo, con la ayuda de sus hermanas de hábito, millares de estos Escudos del Sagrado Corazón y los repartió por toda la ciudad en donde se propagaba la peste.
           La historia registra que, poco después, la epidemia cesó como por milagro. No contagió a muchos de aquellos que llevaban el Escudo, y las personas contagiadas tuvieron un extraordinario auxilio con esta devoción. En otras localidades sucedieron hechos análogos. A partir de entonces, la costumbre se extendió por otras ciudades y países.
           En 1789 estalló en Francia, con trágicas consecuencias para el mundo entero, un flagelo muchísimo más terrible que cualquier epidemia: la calamitosa Revolución Francesa.
          En ese periodo los verdaderos católicos encontraron amparo en el Sacratísimo Corazón de Jesús, y el Escudo protector fue llevado por muchos sacerdotes, nobles y plebeyos que resistieron a la sanguinaria revolución anticatólica. Incluso damas de la corte, como la Princesa de Lamballe, portaban esos Escudos preciosamente bordados sobre tejidos. Y el simple hecho de llevarlo consigo se transformó en señal distintiva de aquellos que eran contrarios a la Revolución Francesa.
          Entre las pertenencias de la Reina María Antonieta, guillotinada por el odio revolucionario, fue encontrado un dibujo del Sagrado Corazón, con la llaga, la cruz y la corona de espinas, y la expresión: “¡Sagrado Corazón de Jesús, ten misericordia de nosotros!”.
            A comienzos del siglo XX, el Detente fue usado en México por los Cristeros, que se levantaron en armas contra gobiernos anticristianos opresores de la Iglesia, y en España por los famosos tercios carlistas —los llamados requetés— célebres por su piedad como por su arrojo en el campo de batalla, cuya contribución fue decisiva para el triunfo de la insurgencia anticomunista de 1936-39.
            Un hecho histórico semejante ocurrió, en la época actual, en Cuba. Los católicos cubanos que no se dejaron subyugar por el régimen comunista y lo combatieron, tenían especial devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Cuando estando presos eran llevados al “paredón” (donde eran sumariamente fusilados), enfrentaron a los verdugos fidelcastristas gritando: “Viva Cristo Rey”.

 El bienaventurado Papa Pío IX y el Detente
           En 1870, una dama romana, deseando saber la opinión del Sumo Pontífice Pío IX acerca del Detente del Sagrado Corazón de Jesús, le presentó uno. Conmovido a la vista de esta señal de salvación, el Papa concedió aprobación definitiva a tal devoción y dijo: “Esto, señora, es una inspiración del Cielo. Sí, del Cielo”. Y, después de un breve silencio añadió:
            “Voy a bendecir este Corazón, y quiero que todos aquellos que fueren hechos según este modelo reciban esta misma bendición, sin que sea necesario que algún otro sacerdote la renueve. Además, quiero que Satanás de modo alguno pueda causar daño a aquellos que lleven consigo el Escudo, símbolo del Corazón adorable de Jesús”.
            Después de ello, el Santo Padre compuso esta bella oración:
             “¡Abridme vuestro Sagrado Corazón oh Jesús! ...mostradme sus encantos, unidme a Él para siempre. Que todos los movimientos y latidos de mi corazón, incluso durante el sueño, os sean un testimonio de mi amor y os digan sin cesar: Sí, Señor Jesús, yo Os adoro... aceptad el poco bien que practico... hacedme la merced de reparar el mal cometido... para que os alabe en el tiempo y os bendiga durante toda la eternidad. Amen”.

 El Detente en ocasiones de gran peligro
              Portar este Escudo nos auxilia, más allá de estas y de tantas otras protecciones, a recordar continuamente las promesas del Sagrado Corazón de Jesús; es símbolo de nuestra total confianza en la protección divina; es una señal de nuestra permanente súplica y fidelidad a Jesucristo y un pedido para que Él haga nuestros corazones semejantes al suyo.

 
Venerable Hna. Ana Magdalena Rémuzat
            Nace en Marsella, Francia, el 29 de Noviembre de 1696 y, desde temprana edad, manifestó  su deseo de ser religiosa. Jesús le pidió que fuera su mensajera, colmándola de numerosos favores espirituales. El 23 de Enero de 1713 hace los votos perpetuos, al comienzo de su vida religiosa en el Monasterio de la Visitación, Jesús le da  la tarea de trabajar por la gloria de su
Sagrado Corazón, y se manifiesta muchas veces.
        Cuatro años más tarde, con el respaldo de las autoridades eclesiásticas locales, escribe el "Estatuto de la Asociación de la Adoración Perpetua del Sagrado Corazón de nuestro Señor Jesucristo", que recibe miles de adhesiones. Considerada la  sucesora de Santa Margarita María Alacoque, se llama "Apóstol y Heraldo del Sagrado Corazón."
            Desde su juventud había predicho que, moriría a la edad de treinta y tres años y en efecto, a esa edad murió santamente el 15 de Febrero de 1730 mientras se recitaban como lo había pedido, las letanías del Sagrado Corazón de Jesús. Sobre el monasterio se extendió una claridad luminosa. Monseñor de Belzunce (Obispo de Marsella) que había querido presidir los funerales, se vio obligado a permitir que la multitud devota y entusiasta entrara hasta el cementerio de las religiosas, y el mobiliario de la celda donde había muerto Ana Magdalena, desapareció, porque todos reclamaban alguna cosa que hubiera pertenecido a la que llamaban: “La Santa” . Después de su muerte, fueron muchos los milagros que se le atribuyeron, dándose inicio a la causa de su canonización en el Vaticano.

Venerable Madre Maria de Sales Chappuis
 
 
            Nació en Soyheres (Suiza) el 16 de Julio de 1793, es decir, en plena revolución francesa. Gracias a la entereza de un tío suyo que, desafiando el peligro la llevó a una población situada en la frontera de Suiza, el mismo día de su nacimiento recibió la gracia de la adopción divina.
           A la edad de cuatro años fue admitida a participar en el Sacrificio Eucarístico, que un tío sacerdote, a causa de la persecución, celebraba clandestinamente. Esta ceremonia, evocadora del tiempo de las catacumbas, impresionó tan vivamente a la niña, que dirá más tarde: “Comprendí que Dios se revelaba a mí y vi  lo que era el sacrificio del Salvador; recibí la impresión de una luz que me ha quedado siempre”.
           A los doce años fue colocada como alumna en la Visitación de Friburg, donde pasó tres años. Sentía el llamamiento divino, y a los 18 años  franqueó las puertas de la Visitación. Bien pronto el enemigo le dio tanto disgusto por las prácticas de la vida religiosa, que se decidió a regresar a su hogar, en donde, en vez  del cariño de antaño, se encontró con que los suyos deploraban su inconstancia.
           Al cabo de tres años de dura lucha, comprendió definitivamente que Dios la quería Visitandina y regresó al Monasterio el 21 de Noviembre de 1814. Vistió el hábito de la orden el 4 de Junio del año siguiente y un año mas tarde hizo su profesión
          Desde el principio se mostró muy aficionada al Evangelio y a los escritos de los Santos Fundadores de la Visitación. La única ciencia que quería adquirir era la de llegar a ser verdadera hija de San Francisco de Sales. Después de haber cooperado en la restauraci6n del Monasterio de Metz y de haber desempeñado el cargo de Maestra de Novicias, Dios le abrió un campo de acción.
            El Monasterio de Troyes, inficionado por el Jansenismo bajo la influencia de su Obispo, había llegado al extremo de que las hermanas no volvieran a acercarse a los Sacramentos, y estuvieron en entredicho por espacio de cuarenta años.
            Aunque una Superiora de Annecy, la Madre Manuela de Compeys trató de remediar tan triste situación, los efectos de la revolución aniquilaron su obra. Pasada la revolución, en 1822, unas pocas supervivientes, habían restablecido el Monasterio, pero conscientes de su insuficiencia, pidieron al Monasterio de Fribourg una Superiora.
            Para una tarea tan difícil fue designada la hermana María de Sales Chappuis, que sólo contaba treinta y tres años, pero de quien su Superiora aseguraba que sabía leer en el corazón de Dios. Llegó a Troyes el l° de Junio de 1826.
           Desde el primer momento las hermanas admiraron su fidelidad en la práctica de todas las virtudes salesianas. Había llegado a sujetarse de tal modo a la Regla que todas podían ver en ella el modelo de una perfecta Visitandina y afirmaban que tenía tantos semblantes cuantos eran los ejercicios señalados por las Constituciones y el Directorio.
           Apoyada en Dios triunfaba de todas las dificultades y en poco tiempo aquel Monasterio donde había reinado la rebelión se convirtió en un asilo de almas humildes, pequeñas que se aproximaban a Dios porque habían encontrado el camino de su Corazón. En la casa se respiraba un ambiente sobrenatural y eran frecuentes los prodigios, aun en el terreno de las cosas materiales, durante los largos años de gobierno de la Madre María de Sales, tiene una influencia muy fuerte en los Monasterios de Francia; por inspiración sobrenatural funda   con el Padre Louis Brisson, la Congregación de los Oblatos y  Oblatas de San Francisco de Sales. En Troyes, es conocida como: “LA BUENA MADRE

 Hermana Maria del Sagrado Corazón Bernaud
 
 
             Ana María Bernaud Constanza, la hija mayor de una familia profundamente cristiana comerciante, nació en Besancon, Francia, el 28 de Octubre de 1825. A los 4 años, y durante varios años fue aislada de sus hermanos y hermanas, a causa de una enfermedad de los ojos. A los  cinco años entendió  el llamado divino al regresar del funeral de una joven prima religiosa que murió a los 28 años y la niña exclama seriamente: "Yo quiero ser religiosa". Más tarde, su tía Bárbara Bernaud la inicia en  la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, poco conocida en esa época y, a se consagra muchas veces al Sagrado Corazón de Jesús. El 20 de abril de 1836  ella y su hermano Eduardo reciben  la Eucaristía por primera vez, le dice a su hermano: “Coloquémonos de rodillas para pedir a Dios la gracia de nunca hacer una mala comunión”. A los 13 años, entra en un pensionado en Besancon  para terminar sus estudios, retorna a su familia en 1840. Antes de cumplir los  16 años  se casa, quedando viuda en 1846. Regresando a su familia. En 1849 se reencuentra con una de sus primas que vive en Belley. Al  aproximarse la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús se le presenta la oportunidad de pasar algunos días de retiro en  el  Monasterio de la Visitación de  de Bourg-en-Bréese, e ese mismo año entra como postulante en la Visitación de Belley. En su Toma de Hábito recibe el nombre de  Maria del Sagrado Corazón. Al  inicio de 1863, profundamente impresionada de la queja de Jesús “procure quien me consolase y no encontré”, a lo que ella responde quiero “amarlo y hacerlo amar”. Así surge la idea de formar una Asociación de personas que, turnándose de hora en hora, hagan compañía espiritual al Corazón  de Jesús, sin cambiar en tanto sus ocupaciones diarias. Esta obra recibirá el nombre de “Guardia de Honor”; actualmente “Hora de Presencia”, esta se extiende rápidamente por todo el mundo, siendo en 1864 aprobada por el Papa Pío IX, que se inscribe como guardia de Honor. El  día 3 de Agosto de 1903, fallece, habiendo sido durante toda su vida un instrumento dócil en las manos de Dios.

La Guardia de Honor

Apostolado de la Guardia de Honor

 

  • Obra maravillosa que permite trasformar las acciones más diferentes en actos de amor; que satisface las necesidades de las almas que desean que el reino del Sagrado Corazón se establezca en los corazones y por las personas, en la sociedad…
  •   Esto es de una simplicidad divina. Ofrecer al Corazón de Jesús las obras de una hora de la jornada, sin cambiar en nada la ocupación presente, gracias a la intención de rendirle gloria y amarle
  • La Guardia de Honor se dirige a todos… hacerla conocer es trabajar en extender el Amor de Cristo, del cual su símbolo es su Corazón. Es ser el instrumento de las misericordias divinas para las almas. Es enseñar a nuestros hermanos a cumplir perfectamente su deber.
Hermana María Marta Chambon
 

          Nació en Croix-Rouge, cerca de Chambery (Francia), el seis de Marzo de 1841, en una familia honrada y cristiana. A los ocho o nueve años, Al  rezar con los brazos en cruz tuvo la primera revelación de la Pasión de Nuestro Señor, que debería, después, ocupar todo el espacio de su existencia. Desde temprano, a ejemplo de su madre, revela gusto por la oración y la mortificación. La presencia del Niño Jesús era para ella natural. En febrero de 1862, a los 21 años, entró en la  Visitación de  Chambery. Desde el  inicio de su vida religiosa, Maria Marta unía al intenso trabajo cotidiano una  fuerte intensidad  de vida interior. Su vida transcurría en oración, trabajo, mortificación, inmolación continua, silencio, mucha humildad y anonadamiento absoluto. A partir de 1866, comenzó  a recibir visitas frecuentes de Nuestro Señor y  Nuestra Señora. El Señor permitió que por cinco años tuviese por alimento solo la Eucaristía, sin perder las fuerzas para realizar los trabajos habituales de la comunidad. Recibió estigmas muy dolorosos en los pies, y cuando cicatrizaban después de largas súplicas a Jesús, eran sustituidos por sufrimientos morales. Se inmolaba a Jesús por la Iglesia, los sacerdotes, obispos y fieles. En 1867, en una de sus apariciones,  Jesús le confía una misión: “Hija mía ofrece mis llagas al Padre Eterno, porque de ellas vendrán el triunfo de mi Iglesia, que pasará por manos de mi Madre Inmaculada”, y le enseña a rezar el Rosario de las Santas Llaga, fiel a Jesús, le promete ofrecer  cada diez minutos las Divinas Llagas de su Sagrado Cuerpo al Padre Eterno, para el triunfo de la Santa Iglesia, por los pecadores, las almas del purgatorio, por todas las necesidades de la comunidad. Fallece  el  21 de Marzo de 1907, soportando un doloroso Calvario en las últimas semanas, y llamando sin cesar a   Nuestro Señor: “¡Mi Todo! ¡Mi todo! ¡Ven! Ven deprisa...”. Después de su muerte, en olor de santidad, pasaran a ser rezadas con mas fervor las oraciones y el Rosario de las Santas Llagas de Nuestro Salvador.
Madre Maria Magdalena Ponnet
            Nació en Lyon (Francia) el 7 de Noviembre de 1858, recibiendo el nombre de Antonieta. Tenía una salud muy frágil que le dificultaba su desarrollo, mas tenía una fuerza de espíritu siempre creciente que la ayudaba a afrontar todas las dificultades. Su madre, de salud delicada, pero con una profunda piedad cristiana, encamina a su niña por los caminos de la unidad con Dios, la oración y las virtudes cristianas. Su padre, hombre de profunda caridad, pero muy severo, fue motivo de grandes sufrimientos para la fragilidad  de Antonieta. Su infancia transcurrió con privaciones, tristeza y sufrimientos. En 1868, ella con su hermana Maria fueron enviadas al pensionado del Monasterio de la Visitación de Fourviere para estudiar y recibir una educación más completa (ya que en esa época los Monasterios de vida contemplativa eran obligados por Ley a brindar educación a las niñas). Hizo su primera comunión en 1870, y fue confirmada en 1872, con 13 años. Desde entonces tomó a San  Francisco de Sales como su director espiritual y la Introducción a la Vida Devota (obra de San Francisco de Sales) como su libro de cabecera. En contacto con el monasterio, fue confirmando su vocación, particularmente cuando oía hablar sobre la vida interior y crucificada, sobre la pobreza, el recogimiento y la humildad. En 1874, a los 16 años, empeora su estado de salud y acontece la muerte de su madre a quien tanto amaba, las niñas, vuelven a su casa al cuidado de su padre. Durante estos sufrimientos, recibe luces divinas que la confortan, y  repetía siempre: “Mi Dios, tu eres mi única herencia”, y el único sentido de su vida paso a ser  la riqueza celestial y la santificación de su alma. Se entrega totalmente a Dios. En 1881, entra al Monasterio de Fourviere y comienza su Noviciado. El 2 de Agosto de 1882 se realiza  la unión divina por su Profesión Religiosa. Su vida se destacaba en servir y ayudar al prójimo en todas las circunstancias, una caridad dulce y encantadora, abandonada a  la voluntad de Dios y fiel observancia de las Constituciones. De profunda vida interior, amor a la Santísima Trinidad y devoción a La Virgen Santísima, a los Ángeles,  a los Santos. Fue Maestra de Novicias, misión que ejerció con mucho amor y celo por las almas a ella confiadas. En 1896, recibe la misión con otras hermanas de fundar el Monasterio en Vassieux, ya que repentinamente muere  la superiora destinada a esta fundación, y es la hermana Maria Magdalena la indicada para substituirla. A pesar de la consideración de sus limitaciones, se abandona en Dios, y  vive esta obediencia con todo amor y dedicación, edificando  cada día a sus hermanas con sus virtudes. Vive un holocausto continuo que la consumía cada día, mas ella sólo quería la gloria de Dios.
            Puede parecer que la misión de nuestra Madre María Magdalena haya sido la de poner mas de manifiesto, la de hacer conocer mejor todavía la intima relación existente entre la Misericordia Divina y la miseria humana, la de arrastrar en su seguimiento a las almas en el camino de la confianza en Dios, con el  motivo de su propia debilidad y de su nada. Hacia el fin de su vida, anotaba en su cuadernito de Ejercicios: “los dos polos de la minúscula tierra de nuestra alma son el  anonadamiento y la confianza; y, entre estos dos polos, Dios vive, actúa, opera, llena…Y cuanto mayor es la distancia entre estos dos polos, es decir, cuanto mayor es el anonadamiento y cuanto más elevada es la confianza, más vasto es el campo delante de la acción divina … Si tuviéramos más luz y, por lo tanto, más conocimiento, nos pasaríamos la vida pidiendo la gracia del anonadamiento”. En otro escrito insiste: “Uno  mis mayores sentimientos es no tener  más años por delante para humillarme, para borrarme, para empequeñecerme. No he comprendido bastante pronto el precio de la pequeñez. Sin embargo, ya la  amaba; ahora la comprendo de un modo que me apasiona. Durante los años de mis mandatos como superiora, me he alegrado muchas veces, porque he encontrado más ocasiones de abyección, de las que nunca hubiera  creído… Me  pesa, sin embargo, de no haberlas aprovechado plenamente… Pidiéndole a  nuestro Señor que ya no evite nunca la menor cosa que pueda rebajarme…”
            Fallece en 1914, a los 55 anos, en olor de santidad y varios testimonios  han sido relatados de gracias alcanzadas por su intercesión
Hermana Benigna Consolata Ferrero
 
 
            Nació  en Turín el 5 de Agosto 1885; después de una infancia llena de pureza, empezó a sentirse fuertemente atraída hacia el claustro, El divino Maestro hablaba interiormente a su alma y le decía: “Irás a la Visitación y podrás, no solamente hacerte santa, sino llegar a aquel grado sublime de perfección que Yo quiero, para bien espiritual de los demás. Yo te pagaré con usura todos tus sacrificios... Cuando hayas probado lo que es el monasterio, ya no querrás volver al mundo por ningún motivo... Allí tendrás humillaciones, tendrás recogimiento y todo aquello que necesitas… Cuando entres al monasterio me ganarás almas”.
           Entró, en efecto, a la Visitación de Como el 30 de Diciembre de 1907, cuando contaba 22 años, e hizo la profesión temporal el 23 de Noviembre de 1909. Desde entonces la joven religiosa no puso límites a su fervor y Jesús, por su parte, no puso límites a sus comunicaciones. Quería Él, por medio de su PEQUEÑA SECRETARIA, hacer conocer a todas las almas paralizadas por el temor y faltas de confianza, las ternuras incomprensibles de su Divino Corazón. Pedía amor, pero un amor lleno de confianza en su infinita misericordia. Los escritos que, por obediencia, dejó esta joven religiosa, manifiestan, en primer lugar las extraordinarias virtudes que en su alma se iban desarrollando, y además, un conocimiento clarísimo de la misericordia del Corazón de Jesús, su incomparable ternura, las mil delicadezas con que quiere conquistar el amor de sus criaturas.
             Dócil a las enseñanzas de su Santo Fundador, en lo exterior se conformaba por completo a la vida ordinaria de sus hermanas. En lo interior por el contrario, todo era extraordinario.
            Desencadenada en 1914 la espantosa Guerra Mundial, creyeron los Superiores de esta CONFIDENTE DE LOS SECRETOS DIVINOS que podrían forzarla a que obtuviese de nuestro Señor el término de un azote tan espantoso. La respuesta de Jesús fue consoladora, asegurando que no era esa guerra castigo de su justicia, sino castigo enviado por la Divina Misericordia, que serviría para salvar infinidad de almas que corrían a la condenación eterna. Al año siguiente exigió Jesús de esta alma que no le negaba nada, el sacrificio de su vida para conseguir la paz, según las intenciones del Romano Pontífice.
            A fines de Julio de 1916 Jesús la invitó a hacer un retiro de doce días para prepararse a la muerte. Corona de estos ejercicios fue una maravillosa fórmula de voto de humildad inspirada por Jesús mismo. Hasta la extinción completa de sus fuerzas tenía que escribir, en secreto y con aprobación de sus Superiores, lo que Dios le iba comunicando: estos escritos producen una ilimitada confianza en el Corazón Misericordioso de Jesús y abrasan las almas en el deseo de consumirse en ese amor. Pero, como siempre, Sor Benigna Consolata, como verdadera hija de Santa María, continuaba en la misma vida ordinaria de la comunidad.
           Durante su última enfermedad, los asaltos del enemigo infernal, para esta alma privilegiada, fueron espantosos. Después de grandes sufrimientos físicos y morales despuntó para ella el día de la libertad. El primer viernes de Septiembre de 1916, a las tres de la tarde, se abismó en el Corazón de Jesús.
           Había cumplido su misión de recibir y hacer conocer Las misericordias divinas y sus ternuras con los redimidos.
Hermana Francisca Teresa (Leonia Martin)
 
 
          Nació en Alencon (Francia), el 3 de Junio de 1863. Desde el principio de su vida, Leonia sufrió de mala salud, en cuanto Leonia cumplió los nueve meses de edad, contrajo la tos ferina.
            Después de sobrevivir a esta enfermedad, contrajo el sarampión que le produjo violentas convulsiones. Sus padres estaban muy preocupados temiendo que la niña no sobreviviera a su primer cumpleaños; por lo que Celia (su madre) se puso en contacto con Isidore Guerin, su hermano que era farmacéutico en Lisieux, preguntándole si él tenía algún remedio que pudiera ayudar a Leonia a curarse.
            Desgraciadamente su habilidad  como farmacéutico, para ayudar a su sobrina era muy limitada y no pudo aportar ninguna cura.
             Entonces, Celia escribió a su hermana Sor María Dositea, que era monja de la Visitación en un convento de Le Mans. Ella le responde sugiriendo la posibilidad de una novena a la entonces Beata Margarita María Alacoque. Celia rezó la novena diciendo esta frase: “Si María Leonia va a ser santa algún día, entonces cúrala”  Luís, el padre de Leonia hizo una peregrinación a Notre-Dame du Sees (Nuestra Señora de los Mares) pidiendo una cura para la enfermedad de su hija. Después de la Novena  a la entonces Beata Margarita María, Leonia se curó y nunca más sufrió de enfermedad crónica alguna durante su infancia.  Celia describe a Leonia después de ser curada: “Nueve días después de la enfermedad de Leonia, era capaz de ponerse en pie de nuevo, corriendo por la casa como un pequeño conejo.”
            Su educación fue difícil por el carácter tan rebelde  que tenía, sin embargo estaba impregnado de buenos sentimientos hacia su familia y el prójimo.
            Quiso hacerse religiosa Clarisa  no pudiendo soportar sus rigores, Leonia tuvo que abandonar el convento. Leonia volvió a rezar pidiendo por su vocación y decidió seguir los pasos de su querida tía María Dositea, intentando  hasta por 3 veces su ingreso a la vida religiosa durante los cuales tuvo que pasar muchas pruebas; aunque continuamente escuchaba los consejos de su hermana Teresa (Santa Teresita del Niño Jesús) quien le escribía su última carta el 17 de Julio , un poco antes de morir diciendo: “Si quieres ser una santa, será fácil porque en lo profundo de tu corazón el mundo no significa nada para ti…Quiero decir, que mientras tú te entregas devotamente a trabajos externos, tú sólo tienes un fin, agradar a Jesús y unirte más íntimamente con El”. Leonia continuó con su deseo de la infancia de convertirse en santa. Pidió a su hermana Teresa que desde el cielo, intercediese ante Dios para que la ayudase a convertirse en santa.
            Semanas antes de morir, Teresa tuvo una conversación con María (su otra hermana) en la que le dijo que, después de su muerte, Leonia volvería a la Visitación en Caen. También afirmó que Leonia se mantendría hasta su muerte. Esta visión de Teresa se cumplió
            Leonia, escoltada por su tío Isidore, entró en el Monasterio de la  Visitación el 30 de Enero.  Leonia le dijo a su nueva Madre Superiora: “Estoy aquí para siempre, ésta es mi única ambición: esconderme como una humilde violeta para que la perfecta obediencia a mis superiores haga de mí lo que sea.”. El 30 de junio del mismo año recibe el hábito y el nombre de Francisca Teresa. El 2 de julio de 1900, Hace su profesión perpetua. Leonia se reviste de una humildad serena, muy alegre en las recreaciones, coloca su felicidad en el  servicio, para agradar a su comunidad. Llena de delicadeza y cuidados para con las personas, sonríe en todo y para todos, irradiando paz y equilibrio. Ella escribía: “Quiero ser pequeña... olvidada... confiada...”. Fallece el 17 de Junio de 1941. Los fieles que se han acogido a sus oraciones e intercesiones afirman “... ella será la santa del siglo XXI, la santa de los pequeños, los excluidos, los marginados”.
 Las 7 Hermanas Mártires de la Visitación
 
 
           Ellas son 7 mujeres, venidas de regiones diferentes, en distintos momentos, pero reunidas por Dios y para Dios en un mismo lugar, el primer Monasterio de la Visitación de Madrid. El camino espiritual personal es diferente para cada una, pero en un mismo corazón.
            Darán su vida  por Cristo durante los disturbios en España en 1936.
 
Amparo Hinojosa Naveros (Hna. María Gabriela)
            Nació el 24 de Julio de 1872 en Alhama (Granada). Pierde a sus padres a los 8 años de edad y es educada por su hermano mayor Eduardo. Pensionista en el Segundo Monasterio de Madrid se consagra a la Santísima Virgen y escucha el llamado de Dios, para ser toda de El a los 15 años.
Su hermano la encuentra demasiado joven para tomar tal decisión. Esto será pues a los 19 años, ingresando al primer Monasterio de la Visitación de Madrid.
            La separación familiar es dura, pero el Señor le da la fuerza necesaria para conseguirlo.
            Ella ejerce en el Monasterio varios cargos, uno de ellos el de superiora de 1929 a 1935.
Laura Cavestany Anduaga (Hna. Teresa  María)
            Nace el 30 de julio de 1888 en Puerto Real (Cádiz) pero vivirá en Madrid. Su padre es un renombrado hombre de letras y gran poeta y su madre gran cristiana, confía a Dios sus 16 hijos.
            El día de su primera comunión, Laura le pide a Dios la gracia de no cometer nunca un pecado venial es tanta su aspiración a lo más perfecto de la vida espiritual
            Entra en el primer Monasterio de la Visitación de Madrid en 1914 y regocija a las hermanas por sus numerosos poemas compuestos para las fiestas comunitarias. En 1916, muere su madre. A pesar de las insistencia de su familia, Teresa María permanece fiel a aquel que la había escogido y pronuncia sus votos. Su correspondencia con su hermana Amalia revela su  profunda fe a veces en la noche oscura y su don  total a Dios. Pasa por todos los empleos del monasterio, especialmente en la enfermería y el economato donde descubre su caridad y su sentido de la pobreza.
            En julio de 1935 es operada de un cáncer al pecho pero no piensa sino en salvar almas. Esta totalmente entregada a cristo y se ofrece para servir a sus hermanas hasta el fin.
Carmina Herrera Izaguirre (Hna Josefa María)
            Nació el 23 de Mayo de 1881 en El  Ferol (La Coruña). Es la mayor de cinco hermanos. Su padre oficial de marina, accede a todos sus caprichos, mientras que su madre uniendo cariño y firmeza, corregirá sus defectos. Desde muy joven siente un gran atractivo por la oración.
           Su familia se traslada a Cádiz y en seguida a Málaga donde la inmensidad del mar dejará en su alma el deseo del infinito y del “mas allá”.
            El 15 de Octubre de 1918 entra en el primer Monasterio de la Visitación de Madrid, realizando así su deseo de vida religiosa.
           Su preocupación hacer bien la oración. Trabajará sobre todo en la enfermería desplegando sus cualidades de abnegación, cariño y servicialidad.
             Durante la guerra de 1936, su familia le propone llevarla a casa pero jamás quiso abandonar a sus compañeras
Inés Zudaire Galdeano (Hna. María Inés)
              Nació el 18 de enero de 1900 en Echevarri (Navarra) de una familia muy cristiana. Ellos tuvieron 6 hijos y uno de sus hermanos ingresó en los Marianistas.
             A los 19 años, entra en el primer Monasterio de Madrid y toma el hábito el 16 de Noviembre de 1919. Cuando en 1931 la comunidad se refugia en Oronoz (Navarra) tiene la alegría de recibir a los suyos y predijo a su hermana, desolada por no haber tenido  hijos después de tres años de matrimonio, que tendría un hijo el año que viene. Pero en 1936, es designada para guardar el monasterio en Madrid, lo que acepta generosamente. Cuando cae enferma en el refugio improvisado de la calle Manuel G. Longoria, prefiere quedarse con sus hermanas, antes que ser hospitalizada para recibir los cuidados necesarios a su salud, como lo a asegurado la portera, la víspera de ser arrestada.
María Felicitas Cendoya Araquistain (Hna. María Cecilia)
           Nació el 10 de Enero de 1910 en Azpeitia (Guipúzcoa). Sus padres imprimen en su corazón así como en sus 3 hermanas, el santo temor de Dios y una sólida piedad.
             A la edad de tres años cuando sus padres se trasladan a Cádiz ella guardará hacia esa ciudad un recuerdo inefable. A partir de su primera comunión, a la edad de 7 años, encontrará en la Eucaristía un regocijo especial. Ayuda en la Parroquia y visita a Jesús Sacramentado todas las tardes. Entra en el Monasterio de Madrid el 9 de Octubre de 1930 y la persecución religiosa comienza, su maestra de novicias le propone regresar a su casa pero ella lo rehúsa categóricamente. Hace su profesión solemne el 27 de Setiembre de 1935 y a partir del 18 de Julio de 1936 vive los meses difíciles  pasados en el refugio de Madrid con sus hermanas aceptando generosamente todo lo que pudiera suceder.
 Martina Olaizola Garagarza (Hna María Angela)
            Nace el 12 de Noviembre de de 1893 en Azpeitia, entra en el Primer Monasterio de Madrid en 1918. En calidad de hermana externa.
            Es admirable su fidelidad en las cosas pequeñas, en lo cotidiano. Es inteligente y humilde por eso sus superioras tienen una gran confianza en ella. Por este motivo naturalmente es designada para cuidar del Monasterio en 1931 y en 1936 cuando la comunidad se refugia en Oronoz. Siendo hermana externa corre mayor peligro. Esta “fichada”, pero no tiene miedo de dar su vida por Cristo, como lo declarará a su sobrino Justo que la invita a refugiarse con él: “Mi puesto está aquí, después, que se cumpla la voluntad de Dios”.
Josefa Joaquina (Hna. María Engracia)
            Catorce hijos bendicen la unión de Pedro Lecuona y Matilde Aramburu. Entre ellos Josefa Joaquina es la mayor. Nace el 2 de Julio de 1897 y se distingue desde su infancia por su inteligencia y su sentido de responsabilidad.
             Aprende de sus padres amor al trabajo, pero sobre todo a servir a Dios, amarle con todo su corazón y a hacer felices a cuantos la rodean. Reúne a sus hermanos y hermanas para que aprendan la doctrina cristiana, trabaja muchas veces fuera de casa para ayudar económicamente. Pero suspira por la vida religiosa. Decide hablar con sus padres y finalmente entra  el 7 de Diciembre de 1924 víspera de la Inmaculada Concepción. Desde pequeña se había consagrado a la Santísima Virgen.
            Ya en el Monasterio siendo hermana externa, se sacrifica sin contar para procurar a la comunidad refugiada en Oronoz en 1931 todo lo que es necesario. Tiene también una gran devoción a la Santísima Trinidad. En 1936 se le pide un gran sacrificio: quedarse en Madrid y ver a su propia hermana, que había ingresado hace dos años al monasterio, partir con la comunidad de Oronoz. Lo ofrece generosamente por amor a Dios.
             He aquí pues, las siete hermanas que Dios escogió para ofrecer sus vidas por amor a Él.
            1936: la guerra avanza rápidamente  La persecución  religiosa es cada vez más notable. Los peligros son   inmensos en Madrid. La comunidad decide regresar al refugio de Oronoz, ya habitado en 1931: Siete  Hnas. Quedan en Madrid para “guardar” el monasterio. Hna. María Gabriela asumirá el cargo de superiora del nuevo grupo. El 18 de Julio se anuncian incendios de iglesias y de conventos. Las Hnas. se refugian en un semisótano  de la Calle Manuel Gonzáles Longoria que ellas habían preparado como refugio. Queda muy próximo al monasterio.  Aquí ellas van a vivir cuatro meses abandonadas a la voluntad de Dios.
            Son ayudadas en esta prueba por todos los que las rodean, pero alguien las denuncias bien pronto como religiosas, y las visitas desagradables comienzan. Los milicianos se llevan los objetos de culto traídos  del monasterio,  mientras que ellas ruegan por la conversión de sus perseguidores. Comienza el período de inquietud y de angustia.
             Hna.  Teresa María es llevada a la Comisaría y Hna. Josefa María se ofrece para acompañarla. Se ausentan por 24  horas  y  son liberadas sanas y salvas después de indecibles angustias por parte de las hermanas. Ninguna de ellas quiere estar en un lugar mas seguro, entre sus familiares especialmente. Deciden quedarse libremente, unidas por amor a Dios y en obediencia a la misión que les había sido confiada. “Hemos prometido delante de Dios a permanecer unidas  y si con nuestra muerte podemos contribuir a la salvación de España, pedimos al Señor que esto sea así y cuanto antes mejor”
            El 17 de Noviembre, nuevas pesquisas. Los milicianos al retirarse les dicen que vendrán por ellas al día siguiente. Las hermanas lo toman como un aviso del cielo y pasan la noche en oración.
            El  18 a las 7 de la tarde, 18 anarquistas se presentan para llevárselas. Suben en el camión y hacen, la señal de la cruz delante de la gente aglomerada que se burlan de ellas “Ahí mismo tienen que matarlas, porque santiguarse es desafiar”.
            El camino es corto. El camión llega a la calle López de Hoyos. Los milicianos las hacen bajar y las acribillan a balazos. Hna. María Cecilia llega sin embargo a escapar presa del pánico. Pero cuando un poco más lejos los milicianos la detienen se entrega y declara “soy religiosa”. En la prisión donde es detenida 5 días, hará mucho bien. Contará el martirio de sus hermanas, y dará testimonio de Aquel que ama y por el cual entrega su vida. Es fusilada el 23 de noviembre.
            La comunidad de Madrid; desterrada en Oronoz, no conocerá la noticia sino hasta el 23 de abril de 1937. Las cartas escritas por sus Hnas. no les llegan. Los monasterios son saqueados y destruidos por el fuego.
           No fue sino hasta el mes de abril de 1939 que ellas conocieron por los porteros del refugio de la calle Manuel Longoria, los últimos días de sus siete Hnas. Los cuerpos de cuatro de ellas pudieron ser reconocidos y  reposan en el Primer Monasterio de Madrid. Los  otros han sido trasladados con todos aquellos que dieron su vida al mismo tiempo. Estas Mártires Españolas, beatificadas por Juan Pablo II  en 1998 nos hacen pensar en muchos otros, cuyos nombres nos son conocidos y que sin embargo han dado su vida por Cristo en el curso de diversas persecuciones y en diversos países.
Venerable Hermana Mª Angélica Álvarez Icaza
 
 
            Nació en la calle Estampa de Jesús María, de la Ciudad de México, el 17 de Diciembre de 1887; fue la quinta de 10 hijos; sus padres: Ignacio Álvarez Icaza y Carolina Icaza y Cosío, fue bautizada el 10 de Enero bajo el nombre de María Concepción. Niña muy precoz, demostró tener temperamento fuerte y un fuerte sentimiento religioso que encontró terreno fértil en el hogar propicio para un desarrollo maravilloso.
          Pero la prueba más difícil sería para esta niña la pérdida de su madre, "el primero y el dolor más grande de su vida", dice la Sierva de Dios, que murió a principios 31 de Enero 1896. En esta grave situación Conchita reaccionó a su manera, viendo la imagen de Nuestra Señora de Loreto, dijo: "A partir de hoy vas a ser mi madre" (Mem. 8, 23). La experiencia del dolor la maduró precozmente y la dispuso al horizonte del sufrimiento.
            El 6 de Enero de 1905 partió hacia Morelia, Michoacán, para ingresar el día 8 a la Orden de la Visitación de Santa María; tenía 17 años.
             El 14 de Enero empezó su Postulantado y el 23 de Junio vistió los hábitos con el nombre de María Angélica; un año después, el 26 de Junio de 1906, hizo su Profesión Perpetua. Estos años cimentaron sus experiencias místicas,  su misión ante Dios fue la de presentar la experiencia de los Encantos del Amor Divino.
            La oferta de su  vida en unión con Jesús, la hizo elegir voluntariamente las penitencias corporales: “Con cuanta delicadeza Dios me hizo enamorarme del sufrimiento, desde mis años jóvenes” (Mem. 8, 37).
            Su vida transcurrió durante la persecución de los católicos en México. Fue desterrada a   España durante 32 años (Entre 1916 e 1948) y luego regresó a México. Su director espiritual durante 42 años fue Mons. Luís María Martínez. Ambos están actualmente en proceso de canonización de allí salió para fundar el  Monasterio de la Visitación de México D. F. Murió el 12 de Julio de 1977.
            En la exhumación se encontró el esternón, el hueso que tenemos delante del corazón, con un orificio delante del corazón, no tiene explicación científica, no es congénito, tampoco pudo ser hecho normalmente durante la vida, porque hubiera supuesto la muerte de la persona y además el hueso tiende a regenerarse... y ahí por lo tanto hay que concluir que hay algo de Dios.
            Esa extraña herida apresuró su Proceso de Canonización.
            Su vida muestra al mundo los encantos del amor Divino, visto que Maria Angélica fue un vivo retrato de Cristo, con quien se inmoló siendo una victima de expiación.
Hermana Maria Margarita Bogner
            Nació en la Provincia de Torontál, municipio de Melenve (Hungría), el 15 de Diciembre de 1905, de una familia noble y religiosa. El 17 de Diciembre fue bautizada en Német-Élemér, por que en Torontál no existían Iglesias para el culto católico; recibiendo el nombre de Adelaida Maria Ana. El 11 de Abril de 1915 recibe la primera comunión. Era una niña muy extrovertida y muy afectuosa, vivaz y alegre; muy querida por sus compañeras, tenía un corazón grande y bueno. Desde pequeña tomaba sobre su protección a los niños más necesitados. A los 9 años se enferma con escarlatina, lo que le produce una periostitis (inflamación dolorosa de la pierna) en consecuencia queda con un pie rígido para siempre. La debilidad física fue su compañera de toda la vida. Por esta época tuvo que estar en cama por bastante tiempo durante el cual demostró ser una niña muy paciente.
            En la adolescencia reveló una devoción especial por Jesús sufriente. Un día en la escuela se levanta y le dice a su maestra: “Me gustaría ser santa. ¿Cómo debo ser para hacerme santa?”  Por un tiempo vive en el mundo gozando de las amistades y las cosas buenas que se le ofrecían. En 1923 después de unos ejercicios espirituales da inicio a su vida espiritual, vive solamente para Dios, Su conversión, como la llama partir de aquel momento la lleva a una vida evangélica más perfecta, y a un camino interior. El 7 de Julio de 1925, estando con su familia hace voto de castidad y de cumplir  la voluntad de Dios; el  15 de Agosto del mismo año ofrece su vida como lento martirio escribiendo con su sangre en su diario lo que tenía decidido. Por su frágil salud, no pudiendo entrar en otros institutos, es acogida en el Monasterio de La Visitación el 10 de Agosto de 1927 de Thurnfeld, en el Tirol.  El  10 de Abril de 1928 viste el hábito religioso y recibe el nombre de  Maria Margarita. el  5 de Agosto de 1928  llega a  Erd, el  primer Monasterio de la Visitación de Hungría en el cual permanecería hasta su fallecimiento. En  Erd, se dedica ardientemente a conocer a su Orden y Espiritualidad y con este entusiasmo contagia a sus hermanas del noviciado. Por ocasión de sus votos temporales le pide al Corazón de Jesús permanecer fiel a sus votos hasta su último respiro sin jamás ofenderle ni con las menores imperfecciones. Testimoniando hasta su muerte lo fiel que fue a ese pedido. .Hace su profesión perpetua el  16 de Mayo de 1932. estaba tan feliz que irradiaba este contento con todo su ser. Enferma con tuberculosis y a mediados de julio el médico declara que su estado es grave. Fallece el  13 de Mayo de 1933, después de un largo sufrimiento, silencioso y una práctica constante y exacta  de las  virtudes evangélicas, especialmente aquellas deseadas por San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca de Chantal para sus hijas; la dulzura y la humildad.
DE SUS ESCRITOS
“....Jesús, siento que en el Misterio de la Eucaristía debo amarte de modo particular. Como la lámpara del tabernáculo debe consumirse delante del altar. Jesús, yo deseo ardientemente postrarme lo más frecuentemente delante del Sagrario para amarte, darte mi afecto, como si fueses mi paraíso, abrazada a tus pies. En el cielo, Tu eres incesantemente amado y adorado, más aquí eres dejado solo y eres ofendido”.
 “....O Trinidad, oh Dios yo debo ser santa para tu mayor gloria, para  triunfo de la Iglesia, para salvar almas. Tu mismo dijiste, nada es imposible para los que confían en Mí....”
            “Un  alma alegre y atenta, vence fácilmente las dificultades, no conoce obstáculos porque la alegría es compañera de la generosidad”.
 “Nuestra Vocación es la salvación de las almas.”
             “Oh, no neguemos nada a las almas”… “Es preciso llevarlas a Jesús”.
             “Nuestra vida parece muy simple, pero en esta simplicidad se esconde la sublimidad”.
             “Es preciso ver Jesús y amarlo en todas las almas. Amemos también a las almas frías, que no quieren abrir la puerta de su tabernáculo a la Luz”.
Hermana María Teresa  Desandais
 
 
            Adriana, como se llamaba en el mundo, nació en Francia en  1876. recibiendo una educación cristiana muy estricta., a la edad de nueve años estaba decidida a ser religiosa.
            En 1896, a los 20 años, a raíz de una revelación, entró en el monasterio de la Visitación de Dreux, aunque ella siempre se había sentido atraída por la vida apostólica y misionera.
            Desde sus primeros años de vida religiosa comenzó su carrera literaria bajo el seudónimo de "Sulamitis”. Todo lo que escribía era, según sus propias palabras, “escrita bajo el dictado divino, convirtiéndose así en el portavoz del mensaje de misericordia, confiada por Jesús”
La Imagen de la Misericordia
 
 

En 1912, sin tener conocimiento particular de pintura, pintó el cuadro del “Amor Misericordioso” ; con Cristo crucificado en el centro, con los ojos en el cielo y en el fondo una gran Hostia con las siglas JHS, del Corazón  de Jesús se reflejan unos rayos de luz que iluminan la  Biblia que se encuentra  al pie  del crucifijo, con el versículo: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" también al pie de la Cruz, se encuentra una corona real que   indica el despojo de Nuestro Señor de su Gloria Divina, para asumir nuestra naturaleza mortal y sufrir insultos y humillaciones.
           Para difundir el mensaje del amor misericordioso, la hermana María Teresa fue ayudada por el padre dominico Juan Arintero Gonzáles, quien recibió los mensajes de la "Sulamitis" y su publicación en la revista que fundó "Vida Sobrenatural".
            Desde 1915 la actividad literaria de Desandais  fue aumentando considerablemente, y hacia el final de la Primera Guerra Mundial comenzó a extenderse en Francia y en los escritos  la imagen de Jesús  misericordioso.
            Sor María vivió en el Monasterio de Dreux hasta 1940. Más tarde, a causa de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad se trasladó a Vouvant, donde, después de una vida de dedicación y de la ocultación, murió en un estado de santidad. Tenía 66 años y había sido durante muchos años Superiora de la comunidad.

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