domingo, 13 de mayo de 2012

Reflexiones de Nuestro Fundador San Francisco de Sales

29 de Junio
Santos Pedro y Pablo - Día del Papa


Nuestro Señor es esa piedra angular y fundamental, no sólo de la Iglesia militante sino de la triunfante. San Pedro es piedra fundamental, fundada en la Primera, roca segura en medio del mar de este mundo, la cual cuanto más azotada está menos cambia de lugar... Ante
todo, os exhorto a dar gracias a Dios por habernos dado tal piedra, en la cual, si nos apoyamos, no caeremos nunca.
Y os exhorto después a que, para reformar nuestro entendimiento, deseo mucho que seáis firmes y sencillos en la fe que la santa Iglesia nos enseña, creyendo firmemente todo lo que en esta piedra está escrito, pues ya os he dicho que la ley evangélica está escrita en ella. Creamos pues,  secillamente; sometamos nuestro entendimiento a la fe que nuestro Señor ha fundado sobre esta piedra, porque las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella. Cuando algunas veces os sobrevengan pequeñas suficiencias, imaginaciones y pensamientos de infidelidad, ¿qué deberéis hacer? Si los dejáis entrar en vuestro espíritu, os turbarán y os quitarán la paz: romped, haced añicos esos pensamientos e imaginaciones contra la roca de la Iglesia y decid a vuestro entendimiento: “Entendimiento mío, Dios no os ha ordenado que os apacentéis, sino que son esta roca y sus sucesores los encargados de hacerlo”; así que dichoso quien rompe sus pensamientos pequeños contra esa Roca. ¡Oh glorioso apóstol! obtennos la gracia de apoyar siempre nuestra fe en la Iglesia, que está fundada sobre ti, después de sobre nuestro Señor, y es piedra firme, verdadera
columna y cimiento de la verdad.
(Sermón del 29 de junio de 1593. VII, 51-60-54)


Sábado después del Sagrado Corazón de Jesús





Inmaculado Corazón de la Virgen María
“María conservaba todas estas cosas en su corazón.” Lc 2, 51
Los santos que murieron de amor sintieron gran variedad de accidentes y síntomas de amor antes de morir. En la Santísima Virgen todo fue distinto, porque igual que vemos avanzar y crecer la aurora, no como en etapas o sacudidas sino como dilatándose en crecimiento continuo, y así la vemos aumentar en claridad y de modo tan igual que no percibimos ninguna interrupción, separación o discontinuidad en su crecimiento, así, el divino amor, crece en cada momento en el corazón virginal de nuestra gloriosa Señora,
pero con crecimientos dulces, apacibles y continuos; sin agitación, ni sacudidas, ni violencia alguna. ¡No, Teótimo! no pongamos impetuosidad de agitación en el celeste amor del corazón maternal de la Virgen. Porque el amor, de por sí, es suave, gracioso, apacible y tranquilo. Y si a veces produce asaltos, si da sacudidas al espíritu, es porque encuentra resistencia. Pero cuando el alma le abre el paso sin oposición ni contrariedad, hace progresos apacibles con sin igual suavidad.
La santa dilección pues, empleó su fuerza en el corazón virginal de su Madre sagrada sin esfuerzo, sin violenta impetuosidad, pues no encontraba resistencia ni impedimento alguno.
Como los grandes ríos, que rebotan y saltan con ímpetu y gran ruido en los parajes escabrosos donde hay bancos de rocas y escollos que se oponen e impiden el correr del agua, y, por el contrario, en la llanura corren ondulantes y suaves sin esfuerzo; así el divino amor, si encuentra en las almas impedimentos y resistencias, como en verdad sucede con todas, aunque en diferentes formas, hace violencia, combate las malas inclinaciones, llama al corazón, empuja la voluntad por diversas sacudidas y diferentes esfuerzos... todo ello para hacerse sitio.
Pero en la Virgen María todo secundaba y favorecía el correr de este amor celestial. Los progresos y crecimientos del mismo eran incomparablemente más grandes que en todo el resto de las criaturas; progreso sin embargo infinitamente suave, apacible y tranquilo.
 (San Francisco de Sales Tratado del Amor de Dios. Tomo V, 54.)

Viernes posterior al 2º Domingo después de Pentecostés
Sagrado Corazón de Jesús
“Mirarán al que traspasaron.” Jn 19, 37
sagrado corazon de jesusCuando algún gran príncipe o señor muere repentinamente, se abre su cuerpo para saber de qué enfermedad ha muerto y, una vez averiguado esto, se quedan todos tranquilos y no se sigue adelante.
Nuestro Señor, estando sobre el árbol de la cruz, dijo con una voz fuerte y firme estas palabras antes de entregar su Espíritu: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”y, nada más pronunciarlas, entregó su Espíritu.
No podían creer que hubiera muerto, pues había hablado con tanta energía que no se podía sospechar que moriría a continuación o en seguida. Por eso, el jefe de los soldados, vino a cerciorarse de si verdaderamente había muerto y, ya seguro, ordenó que le dieran una lanzada en el Corazón y así lo hicieron, traspasándolo.
Por el Costado abierto le vieron efectivamente muerto, de la muerte del corazón, que quiere decir: del amor de su Corazón.
Quiso el Señor que le abrieran el Corazón por varias razones. La primera, para que viésemos sus pensamientos, que eran pensamientos de amor y dilección para nosotros, sus queridísimos hijos y criaturas suyas, creadas a su imagen y semejanza, y así comprendiésemos el deseo que tiene de darnos sus gracias y bendiciones y hasta su propio Corazón, como lo dio a santa Catalina de Siena.
Es así; las almas devotas no deben tener otro corazón sino el de Dios, ni otro espíritu sino el de Dios, ni otra voluntad sino la de Dios, ni otros afectos que los Suyos, ni otros deseos. En fin, que deben ser todas de Él.
La segunda razón es para que vayamos a Él con toda confianza, a retirarnos y escondernos en su Costado, a descansar en Él, ya que por nosotros está abierto y en Él nos recibe con una benignidad y un amor sin igual.  
Verdaderamente, el Salvador, al morir, nos dio a luz por la abertura de su costado...
(San Francisco de Sales Sermón del 16 de mayo de 1616. Tomo IX, 79)

Jueves o Domingo después de la Stma. Trinidad
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo   
Mientras comían, Jesús tomó pan y bendiciéndolo, lo partió, se lo dio y dijo: Tomad,
esto es mi Cuerpo.” Lc 14,22

Todo lo que Dios ha hecho, lo ha hecho por obra del Espíritu Santo; esas cosas sobrenaturales que sin la fe no se pueden concebir.
“¿Cómo será esto, dijo la Virgen, pues no conozco varón?.” El arcángel Gabriel respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra.” Y tú te preguntas ¿cómo se convertirá el pan en el Cuerpo de Jesucristo? Yo te respondo: el Espíritu Santo lleva a cabo esas cosas por encima de toda palabra y de toda inteligencia. ¿Hay más perfecta comunión de los santos que esto? Por ello somos todos un pan y un cuerpo, puesto que participamos de un mismo pan bajado del cielo, vivo y vivificante. ¿Cómo sería posible comer todos de un mismo pan si éste no fuera el Cuerpo de Jesucristo? Y si no comiésemos de un mismo alimento espiritual por la fe, ¿cómo podría un cristiano tener una tan grande comunión con los otros cristianos? Y de hecho, ¿qué otro alimento, Salvador nuestro, si no es vuestro Cuerpo, puede dar vida eterna? Se precisa un pan vivo para dar la vida... Un pan bajado del cielo para dar una vida celestial, un pan que seáis Vos mismo, mi Señor y mi Dios, para dar la vida inmortal, eterna, perdurable. Porque, ¡oh Señor admirable! si un poco de levadura hace subir una gran masa, si una chispa de fuego basta para abrasar una casa, si un grano echado en tierra produce tantos otros, ¿con qué seguridad puedo esperar yo que vuestro sagrado Cuerpo, al entrar en el mío, al llegar el tiempo de la cosecha, le levantará de su corrupción, lo inflamará con su gloria y lo hará inmortal, impasible, sutil, resplandeciente y provisto de odas las cualidades gloriosas que se pueden esperar?
(San Frncisco de Sales Opúsculos. XXIII, 23-25)

La Ascención del Señor
20 de Mayo
Subió al Cielo y se sentó a la Derecha de Dios
Sermón de nuestro Santo Padre Francisco de Sales

Nuestro Señor ha asegurado claramente la perpetuidad de la Iglesia: “Estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”, abiertamente promete su particular asistencia a la Iglesia, pasaje éste que antiguamente se entendía referido a la presencia del Señor en el Santísimo Sacramento.

Sea lo que fuere, lo que está claro es que siempre habrá una verdadera Iglesia en la cual estará Él y si Él está con ella, ¿quién contra ella?

Por tanto, la Iglesia es visible y perpetua, ¿necesitamos más pruebas sobre esta perpetuidad? bastará un solo pasaje, en san Mateo 16: “Tú eres Pedro”, dice el Señor: “Sobre esta piedra”, ¡estupendo fundamento!, “y las puertas del infierno no prevalecerán...” ¡Qué promesa! Así nos prometió su existencia.

¿Qué consecuencia, qué enseñanza debemos sacar de esta verdad? Aprendamos a alabar a Dios que ha dejado en el mundo una Iglesia perpetua, a la cual podemos recurrir en todo tiempo, para recibir la salvación.

Y remontándonos de esta Iglesia que vemos, de aquí abajo, a la que veremos allá arriba, avivemos el deseo de la vida eterna.

Por tanto, de la consideración de la duración de esta Iglesia, hemos de remontarnos a la duración de la triunfante y pensar en ese Reino del que formaremos parte; somos muy descuidados pues no tomamos en serio ese paraíso que durará eternamente.

Mucho trabajo te tomas por un poco de oro, un poco de plata que mañana te pueden robar, que mañana lo vas a tener que dejar... y por las riquezas inmortales no quieres hacerte ni un poco de violencia para vencer tu pereza.

(Sermón de octubre de 1594)


31 de Mayo
Fiesta de la Visitación de la Virgen María
Titular de nuestra Orden
Queremos participarles la alegría de nuestra Fiesta Patronal y Compartir un fragmento de uno de los sermones de nuestro Fundador San Francisco de Sales para este día
“En aquellos días se puso María en camino y con presteza fue a la montaña, a una ciudad de Judá y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel... Ésta, llena del Espíritu


Santo, exclamó: ¿De dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a mí?”Lc 1, 39-43
... Esta Virgen incomparable, entra, pues, en casa de Zacarías y con Ella entra un cúmulo de bendiciones para esa familia porque, como dice el Evangelio, San Juan fue santificado en el seno de su madre y ésta fue llena del Espíritu Santo...
Y si bien Isabel tenía una medida rebosante de gracia del Espíritu Santo, sin embargo, con la visita de la Virgen recibió una bien colmada y apretada, ya que la gracia se nos da en esta vida de tal forma que siempre cabe un acrecentamiento y aumento de su comunicación. Por eso no hay que decir: “ya está bien; ya tengo gracia suficiente y bastantes virtudes; ya basta de mortificación pues estoy bien ejercitado en ella.” Sería gran error.
Los principales efectos del Espíritu Santo son los que operó en Santa Isabel, y por ellos podréis conocer si también vosotras le habéis recibido.
Lo primero que hizo esta santa fue humillarse profundamente, pues al ver a la Virgen exclamó: “¿De dónde a mí que la Madre de mi Señor me venga a visitar?.” La humildad.
Ese es el primer fruto de la gracia de Dios. Ella inclina el alma a anonadarse en el conocimiento de la bondad divina y en el de su propia nada e indignidad.
... El segundo efecto del Espíritu Santo es el de mantenernos firmes en la fe y confirmar en ella a los demás.
... Y la tercera señal de la visita del Espíritu Santo es la conversión interior, el cambio a una vida mejor. San Juan fue santificado; y el que recibe al Espíritu Santo se transforma todo en Dios.
Por eso, cuando queráis saber si lo habéis recibido, fijaros en vuestras obras, pues en ellas es en lo que se conoce.
San Francisco de Sales (Sermón del 2 de julio 1621)