Ciudad del Vaticano (Miércoles, 15-12-2010, Gaudium Press) En el período de Adviento que prepara a la Iglesia Católica para vivir de nuevo la Navidad, los compromisos del Papa Benedicto XVI asumen un carácter más pastoral. Ayer por la mañana el Santo Padre fue a visitar y celebrar la misa para las siete monjas de clausura del convento "Mater Ecclesiae" en los Jardines Vaticanos, comunicó el diario vaticano "Osservatore Romano" en el artículo titulado "Jesús es la Palabra definitiva de Dios".
En la memoria litúrgica de San Juan de la Cruz y en la conclusión del cuarto centenario de la fundación de la orden de la Visitación el Papa habló sobre Jesús, la Palabra definitiva de Dios para los hombres, porque donándose en persona Él mostró la verdadera figura del Padre. El convento internacional de vida contemplativa en el Vaticano fue un deseo del Papa Juan Pablo II. Los turnos son confiados a diversas órdenes femeninas por cinco años. Desde el 7 de octubre del 2009 hay monjas en la Visitación de Santa María.
Entre los diversos temas abordados en la homilía del Santo Padre encontramos el pensamiento de Juan de la Cruz sobre el misterio pascual y la forma en la cual Dios se manifestaba al pueblo en el Antiguo Testamento. "En el centro de su vida, de hecho, está la cruz, amada íntimamente. Viviendo la cruz el santo entendió que ella es amor y que en su misterio se cumple el misterio del amor"- dijo el Papa. Todo el misterio cristiano es único, aunque el Santo ponga el acento en el misterio pascual y la identidad entre cruz y amor.
Hablando sobre las formas de manifestaciones de Dios, el Papa recordó que en el Nuevo Testamento, no son muchos los modos en los cuales Dios habló: es Jesús, en Cristo que se hizo sentir su Palabra. Por esto no dijo nada más, sino su palabra es su propio Hijo. En él la humanidad pudo conocer su figura, la figura de Dios trinitario. La vocación del hombre, por tanto, es entrar en esta totalidad, es ser tocado y penetrado interiormente por la riqueza del don que es el propio Dios.
La misa fue concelebrada por los dos secretarios personales del Santo Padre, los monseñores Georg Gänswein, y Alfred Xuereb, además de Mons. Peter Bryan Wells, asesor, y por algunos prelados de la Secretaría de Estado, Mons. Giampiero Gloder, Mons. Walter Erbì, Mons. Mark Gerard Miles, Mons. Winfrid König, Mons. Markus Heinz. Con ellos estaba presente también el salesiano Valentín Viguera, asistente general de la orden de la Visitación.
El Santo Padre, al final de su visita a las hermanas de la Visitación, recibió de la superiora del monasterio, Hermana Maria Begoña Sancho, una cruz en plata hecha como aquellas que usan las monjas provenientes de Annecy y conteniendo reliquias de San Francisco de Sales, de Santa Joana de Chantal y Santa Margarida Alacoque. Ella también entregó al Papa objetos sacros hechos para las iglesias pobres: 400 albas, 400 cíngulos, 600 purificadores, 900 rosarios, 400 copias en francés de la " Introduction à la vie dévote" (Introducción a la vida devota) de Francisco de Sales y 2.800 escapularios del Sagrado Corazón.
El lunes pasado, 13 de diciembre, en la memoria litúrgica de Santa Luzia, el cardenal Marc Ouellet, nuevo prefecto de la Congregación para los Obispos, había presidido para las monjas la concelebración eucarística para la conclusión de los 400 años de la fundación de la orden de la Visitación.